viernes, 5 de junio de 2020

MIS ENCUENTROS CON "N"

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¿Por qué busqué a "N"? Tenía un cajón enorme de herramientas que se fui metiendo en mi bolsillo a lo largo de muchísimos años. Tenía la música de la poesía que leía en mis tiempos libres y tiempo para convertir la música en un verso con su propio tono. Pensé que podría cambiar el reducido paisaje que se ve desde mi ventana a patio interior. 
Busqué a "N" entre más de una decena de opciones por darle celeridad a un proceso que se presentaba lento y doloroso. El resto no me servía porque buscaban la celeridad y la eficacia haciendo de mi roto algo más grande cubierto por un parche de restos. 
La valentía de "N" fue algo singular, poco a poco fue arañando mis costras, el daño, en ocasiones fue insufrible pero, con delicadeza, fue dejando mi piel lisa, sin cicatrices.
Siento que en ocasiones, siendo bastante sanguíneo e indomable, no se lo estoy poniendo fácil. Es bastante difícil jugar de farol con "N". He tardado mucho tiempo en comprender que a veces hay que romper el jarrón para después recomponerlo con cuidado a fin de hacerlo más fuerte. A fin de cuentas, el agua con la que llenarlo será la misma en cantidad y calidad pero el recipiente será otro, mejor colocado, más sólido, incluso más bello.
Desconozco si "N" sabe el peso y la calidad de lo que llevo cargado sobre los hombros. Quizá por piedad hablamos poco de ello o mucho, es difícil encontrar la medida. Otras me arañaron intentando saber algo más mientras que "N" se toma su tiempo en el ritual. Como si conociese a la perfección las artes del Bushido se toma su tiempo en despellejarme y volverme a cubrir con ropas más limpias, más ilustres después de verter sobre mí el bálsamo de sus pocas palabras.. Pone piedras en mi camino, guarda silencios insoportables, habla poco.
Ante su presencia mi alma se retuerce y escupe vida, la vomita. Ella no se inmuta. Recibe el dolor, el silencio, el tiempo y hasta la respuesta violenta. A veces pienso en el combate entre dos samuráis en el que, de forma inevitable me toca perder y rendirme a la habilidad de mi oponente, me rindo a ella, estoy cansado, A veces me levanta con suavidad y me anima a seguir porque "N" no deja de plantearme retos. La sangre que su katana hace correr por mi piel moja el suelo y me persigue gota a gota de vuelta a casa. Las heridas cicatrizan, la incertidumbre persiste pero me ilumina levemente el entorno de un mundo desconocido. Sigo ignorando el fenómeno natural que hace temblar mi piel, que la perturba  de fuera hacia adentro como un fuego liviano que sin quemar me retira de lo cotidiano y me pasea por el origen, por el final, que me confunde.
A pesar de la rebeldía me entrego con ganas a descender por la  corriente que "N" me marca. Siento paz y, en ocasiones ganas de salir fuera de su corriente pero sé que necesito deslizarme sin resistencia. Soy un pez que sueña con transformarse en pájaro sin dejar de ser un pez. Me pregunto si "N" lo sabe.

martes, 19 de mayo de 2020

Ella vio a Robinson en el fondo del mar gritar: " No puedo más"

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Sería tan hermoso el pensar que alguien te espera. No se trata de una idea espontánea que pasa por la cabeza. Es la idea atrevida de ver en el espejo a otro distinto a ti. Otra versión esperada  con entusiasmo por tratarse de algo mejorado durante la jornada....o del día. Como una idea traviesa. No pasa el tiempo, que está quieto. Pasas tú, extraño a todo. Perdido en el antes y en el mañana ¡No hay mañana! Tampoco te vale un antes ya caducado.

De qué te valen los minutos si se te escapan  entre las manos por el forzoso detenimiento del tiempo. Tienes que suplantar a la rutina y llenar de contenido en cada segundo de tu existencia. No hay nadie cabal que te sirva como guía ¡Sírvete de ti! No hay otra.

Baila, respira profundo, ama como si se tratase del último de tus días, acompaña. Ya no somos diferentes sino iguales. Aburridamente iguales pero vivos, compasivos, conformados de lo que hay. Agradecidos a unos y vertiendo una ira merecida por otros.

Todos pequeños porque lo más pequeño nos ha igualado a todos sin llegar a la fantasía de lo cuántico. Se ha sentado en la mesa de nuestra casa para remendarnos y hacernos algo mejores o, al menos, conscientes de nuestra fragilidad extrema.

Dudo que la mayoría hayamos aprendido la lección porque ya no es que tropecemos, sino que hemos cogido cariño a la piedra, mucho. Atajo de estúpidos. 

No me apetece ocuparme en vuestros martirios. Ya tengo a mis propios diablos bailándome al rededor. Se llaman Legión, son muchos. Demasiados. Problemas de una búsqueda continua.

Disculpadme, en mi hundimiento he visto una brizna de mi mismo. La he cogido con las dos manos. Con el cuidado que merece algo tan grande y tan pequeño al mismo tiempo. Algo denso. Alguien la toma con su mano y la empuja hacia arriba. La reflota. 

Parece que a ésta hora no me escucha nadie. No nos escucha. Mi sombra se multiplica y se divide a su antojo. Creo que esta noche iremos a la feria a subir en la noria que no da vueltas, esa que sólo sube....esa tan rara, la que todos quieren y que nunca encuentran.

sábado, 7 de marzo de 2020

ENTREGAR EL ALMA

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Alguien ha hecho el esfuerzo de explicarle su vida a un extraño e intentar que la entienda, que se interese por ella y que, de alguna manera, te ayude a gestionarla por razón de que a tí mismo se te escapa como la arena entre los dedos.
Es un acto salvaje de animal herido, un abandonarse a otro sin reservas por mantener la dignidad de ser, la belleza de existir. Es un acto que nos sobrepasa porque es el único acto, la madera a la que agarrarse en un naufragio del ser, el cobijo en dónde refugiarse de la tormenta infinita del alma. Entregarse a una luz que se lleve cualquier sombra de duda sobre lo que te honra y te pertenece por derecho.
Tal vez ninguno o tal vez sólo unos pocos hayais comprendido de lo que van estas líneas. Van sobre el valor y la fuerza necesaria como para decidir ser acompañado por una psicóloga en tu viaje al interior de tí mismo. De un viaje duro y al tiempo reconfortante. Duro por la necesidad de la pérdida de cualquier pudor que el alma pueda contener. Reconfortante por sentirse acompañado en el viaje hacia tí a pesar de las sombras del camino sintiendo que una mano te dirige hacia un destino largamente buscado sin acierto.
Afortunadamente no sufro de ningúna alteración de la mente que me tenga en vilo. No hay ansiedad, depresión, paranoia, ni nada parecido. Pienso que muchos trastornos psicológicos están sobrevalorados. Mi mente es quizá mi mayor valor, una herramienta inestimable aunque su complejidad me arrastre a un entrenamiento continuo sobre su funcionamiento, su evolución Padezco de lo que yo llamo el "síndrome del espejo roto". Un estado en el que el espejo me devuelve una imagen que no se corresponde con lo que espero, que merece mejorar a pesar de que parezca inmejorable, una imagen que sufre mientras que el original se deshace manteniendo la compostura, una imagen que pelea mientras que el original busca una tregua consigo mismo, una imagen incompleta que se merece pegar cada trozo del espejo para verse reflejada completa, con todo su valor y toda su belleza. Una imagen que, aunque generosamente valorada por todos, pide a gritos la devolución de su propia identidad a pesar de la posibilidad de perder reconocimientos y aprecio. Una imagen que desea que lo que le deben se empate con lo debido. Una imaben en paz, generosa y dulce como corresponde a la edad de quien la proyecta. Una imagen fuerte, confiada de sí y confiable para todos.
En ello estoy, un viaje maravilloso hacia dentro de mí mismo de la mano de alguien a quien he ofrecido la confianza de alcanzar juntos a vislumbrar la completitud de algo único, yo mismo y, junto a esto, el disfrute de lo único que me pertenece por derecho, el tiempo. 
Sé que algún día perderé la calidez de la mano que soporta el farol que me ilumina el camino y que cuando parta pondrá el farol en mi mano y podré caminar sólo alumbrado con mi propia luz. La luz del farol que siendo mío necesité que me sujetase por un tiempo.



lunes, 25 de noviembre de 2013

EL VALOR.



La vida es un espacio de tiempo muy limitado. Curiosamente todos estamos formados de polvo de estrellas (entre 13.761 y 13.835 millones de años). Compartimos temores, alegrías, penas y algunos momentos de felicidad imborrables. Yo recuerdo cuando comencé mi experiencia como investigador en la Clínica "Puerta de Hierro" y emprendimos la emoción de los trasplantes de órganos en España. Recuerdo mis tiempos de penurias, de dolor, cuando fracasábamos, cuando una vida continuaba, cuando fui olvidado. Recuerdo cuando renací en nuevas profesiones y aventuras -demasiadas para ser citadas aquí-. No olvido mis orígenes y no temo mi final. Si buscáis una buena historia jamás la busquéis en mi.

Sé que no sé nada aunque algunos se empeñen en que sé algo. Sé que importa lo que cada mañana al levantarme me propongo como importarme y que solo consigo en contadas ocasiones. Tampoco es demasiado importante no llegar. Si importa el camino recorrido.

Sé que de alguna manera (unas merecidas y otras menos), quiero a mi gente y la gente me quiere.

Importa lo que soy, lo que siento, lo que me hace feliz, lo que me duele. No importa si gusta o no. No importa la gente que amo sin saberse amada. No importa que, llegado el otoño de mi vida, la hoja caiga y nadie la recoja para usarla como separador de páginas de un libro hermoso. No importa que la hoja se pise, que se embarre. Importa para mi haberos compartido entre la locura y la más extremas de las corduras (esa que tortura siempre). Importa haberos acariciado sin tocaros. Importa haberos escuchado sin oíros. Importa miraros sin haberos visto.

Importa la esperanza de que alguna vez, si os acodáis de mi, una sonrisa se dibuje en vuestra boca y que de vuestra boca vaya a otra boca de un total desconocido...ser solo una sonrisa, una más, siempre bella, siempre reconfortante, siempre vuestra.












martes, 28 de febrero de 2012

LÁGRIMAS SOBRE ESPEJO AZUL


Llegó y vio el mar. No le importó el cansancio ni el absurdo atasco. Absurdo, porque parece que l
os que habitamos en Madrid tenemos que escapar con una frecuencia marcada por cualquier lapso de tiempo que supere más de un día. No hay cuidado, se repite mil veces el desplazamiento en masa de “los hijos del agobio”.
Como decía: Vio el mar y el mar le vio a él, se dijeron “hola” a su manera, cómplice y canalla al mismo tiempo. Sin amores y sin odios, pero unidos por los recuerdos a modo de cadenas que ni el tiempo ni las circunstancias son capaces de romper porque no quieren ser rotas. Abrió su camisa discretamente porque así le gustaba a ella. El pecho amplio y acogedor como un salón con chimenea en un invierno frio. Respiró con profundidad para no ahogarse como un pez fuera del agua.

Miró a su niña, ya no tan niña. Miró el mar, ya no tan misterioso ni tan guardián del pasado, y se miró en el espejo del alma de sí mismo para volver a dejar caer una lágrima en su honor. Una gota para alimentar recuerdos imborrables. Y, como cada sábado, a aquella lágrima la siguieron otras, cálidas e intangibles, no conscientes sabedoras de que la niña le observaba. Y, en cada lágrima, se reflejaron de repente todas las playas compartidas. El sol, mojado de lágrima de aquel hombre, subió a lo alto para cegarle la melancolía, pero hombre es el hombre y amor es del que ama.

Viéndole, me parece el ser más hermoso de esa playa. Me parece desnudo, flexible y dispuesto a seguir adelante nadie sabe dónde, cuando, por qué ni cómo.

De repente, el hombre grita un nombre con voz profunda, gutural, un tanto desgarrada, y calla al viento y a las olas. Calla al universo entero, al que mataría si encontrase en él un poquito de culpa de ninguna de sus culpas. Todo se detiene, el tiempo viaja hacia atrás y hacia adelante en un juego cuántico, y el hombre abre sus brazos para abrazar su vacío.
El hombre vuelve en sí cuando la niña le reclama para darse juntos un baño. Se va el Dios que fue para ella y vuelve el hombre, llorando aún, pero feliz de compartir ese mismo mar con la niña. Se vuelve envuelto por la espuma compartida hace tantos años. Se fue y vino, mi querido amigo, en diez minutos de gloria de ser hombre, amor y espuma de mar.

miércoles, 22 de febrero de 2012

A MODO DE PRESENTACIÓN




Hace tiempo decidí comenzar la difícil tarea de escribir un Blog. La traducción al español de Blog la desconozco, y supongo, que ha de ser una especie de lienzo en blanco donde los pensamientos de un anónimo fluyen y se comparten. Páginas del alma que el tiempo, el espacio y las circunstancias van rellenando según el punto de vista personal. Me refiero a la percepción de cada cual y no a la realidad posiblemente más aburrida y más compartida de los que creemos en nuestro constante devenir entre  el “yo” personal y el “yo” público, que por regla general se parecen en muy poco.
A fin de cuentas, creo que todos cargamos con el mismo saco y puede variar el peso o el contenido, pero no somos tan diferentes como en realidad nos gustaría creer o sentir.

He pasado de los cincuenta, y me creo en cierto modo con los derechos propios de esta edad: el derecho a recordar, el derecho a compartir, a saltarme ciertas reglas, a no callar lo evidente, a maldecir lo maldito y, en definitiva, a largar por los codos y que, con suerte, alguien te ponga oído y te ame o te odie por ello. De la misma forma, y en un equilibrio casi homeostático, me creo también en la obligación de mostrar una serie de vivencias por las que sin duda pasarán esta y las generaciones venideras, no como advertencia, señal de peligro o desasosiego sino todo lo contrario, con la esperanza que viendo al burro tropezar tres veces saltemos la piedra y evitemos lo inevitable en la medida de lo posible viendo al amigo descubrir al extraño, al amante descubrir el sentido de la vida, al ignorante descubrir la verdad, la verdad que nos sirve de palanca y lo que tiene de hermoso y patético el propio existir. Por cierto, creo que a todo esto, ahora lo llaman “Coaching”. Me refiero al juego de compartir experiencias y cambiar el rumbo de las cosas mediante recetas “suficientemente contrastadas” para mejorar nuestra existencia. Lo de para mejorar queda a criterio del consumidor y “cargue usted con las consecuencias”.

Concretando, y por no cansar a nadie nada más empezar: Lo que aquí se escriba serán retazos del pensamiento de un hombre, como cualquier otro, que siente, goza y sufre, que no va a descubrir, ni lo pretende, nada nuevo ni nada antiguo. Lo que aquí escriba será mi aventura personal, unas veces en prosa y otras en verso (que también es necesario, útil y estético).

Opinaré y pretendo que se me opine y que se me contra-opine. Que se haga de este Blog algo dinámico para disfrutar. Y, si os preguntáis sobre qué temas en concreto, no existirá lo concreto, surgirá sobre la marcha, como surge la vida, como fluye el agua, como circula la sangre.

Cualquier forma de expresión, si es sincera, es digna de respeto. Espero disfrutar lo que me quede escribiendo sobre lo bonito y lo feo, sobre lo mejorable y lo que debe desaparecer, sobre la poesía y la prosa y, por qué no, sobre mis proyectos literarios de los que espero pronto adelantaros algo con la ayuda de unos cuantos amigos ya entrenados en esto. Gente única y valiente que, lejos de esconder sus sentimientos, algo muy de nuestra época, enseñan sus almas dándole la vuelta al calcetín que guarda sus sueños, sus inquietudes y a sí mismos “dados la vuelta”.

Espero sinceramente que todos disfrutemos. Para el que suscribe será un ejercicio de reencuentro y sobre todo de crecimiento y humildad. Para vosotros espero que sea a donde os lleven las palabras, ese espacio abierto y libre donde poder derramar lo que sobra o lo que enriquece al suelo para que la vida siga su curso. Porque a veces las palabras es lo que nos queda. Nos quedan las palabras.